El desarrollo de las plantas de cannabis se divide, principalmente, en dos etapas: crecimiento y floración. Durante la primera, las plantas se desarrollan desde una semilla recién germinada hasta alcanzar más de dos metros de altura si se siembran directamente en la tierra, sin maceta. Durante la segunda, la floración, las plantas forman sus preciados cogollos.
La fase de floración es el periodo en que las plantas desarrollan sus flores, engordándolas, cubriéndolas de resina y emanando deliciosos aromas. El cannabis tiene unas necesidades concretas durante este tiempo y es necesario satisfacerlas correctamente para lograr un producto final de alta calidad.
En este artículo, haremos un breve repaso de cuáles son estas necesidades y cómo pueden ser cubiertas de forma adecuada.
La importancia de un crecimiento sano
El crecimiento o fase vegetativa es la etapa en la cual el cannabis crece y se desarrolla, preparándose para la fase de floración. Es de vital importancia que las plantas comiencen esta última sanas y vigorosas, ya que, de lo contrario, se pueden dar complicaciones.
Si una planta muestra un crecimiento lento o espigado, con ramas débiles o quebradizas, no solo producirá cogollos de peor calidad, sino que también será menos resistente a posibles plagas y enfermedades.
Además, las plantas deben llegar a la floración sin carencias nutricionales porque, cuando empiezan a manifestar los síntomas de estas, ya han resultado afectadas, teniendo que invertir tiempo y energía en subsanar el daño en lugar de dedicarlo a la formación de cogollos.
Evolución de las plantas de cannabis en la floración
Durante los primeros días de la fase de floración, el cultivo pasa por una transición. Comienza a demandar más fósforo y potasio que en crecimiento, pero sigue necesitando nitrógeno en cantidades altas.
Conforme avanza la floración, las flores van engordando y, cuando ya tienen más o menos el grosor de un dedo, se debe retirar la fertilización nitrogenada para comenzar a aportar altas dosis de fósforo y potasio. Llegados a este punto, el cultivo también necesitará azúcares y micronutrientes.
Finalmente, cuando falten un par de semanas para la cosecha, se debe dejar de aportar fertilizantes para que las plantas acaben de consumir los que ya tienen en la tierra o sustrato. Además, también es muy aconsejable realizar un lavado de raíces, que consiste en hacer un aporte elevado de agua para arrastrar los excesos de minerales fuera de la maceta o a las capas inferiores del suelo.
Posible plagas y enfermedades durante la floración
Las plagas que más dañan a los cultivos de cannabis durante la floración son la araña roja y la oruga. Si bien ninguna de ellas ataca directamente a las flores, sí producen daños que les perjudican, de modo que se echan a perder antes de ser cosechados.
A pesar de su nombre, la araña roja ni es una araña, ni tiene por qué ser roja. Se trata de un ácaro que se alimenta de los jugos celulares de las plantas, provocando la muerte de la célula de la que los extrae. El daño que provoca uno solo de estos ácaros es ridículamente minúsculo.
El problema está en la capacidad reproductiva, por la que su población aumenta exponencialmente en pocos días, llegando a varios miles por planta. Al alimentarse, estos insectos causan miles de estas pequeñas lesiones, dañando al cultivo.
Además, tejen una especie de telarañas sobre las flores, que acaba por estropearlas definitivamente. Esta plaga acostumbra a afectar a plantas que sufren sequía y están expuestas a temperaturas muy altas. Por ende, es fundamental regar frecuentemente para prevenirla.
Otra plaga que suele causar una pérdida en la capacidad productiva del cannabis, es la oruga. Comúnmente, estas larvas pertenecen a las especies Spodoptera exigua y Spodoptera littoralis, que son polillas nocturnas.
Comen las hojas y pequeñas ramas de las plantas de cannabis, impidiendo la circulación de savia hasta las flores, que quedan estropeadas. Asimismo, dejan un rastro de deposiciones entre los cogollos y causan heridas que facilitan la infección por hongos.
En cuanto a los hongos, suelen verse favorecidos durante el otoño, debido a las condiciones climáticas de esta estación. Los más comunes son el oídio y la botrytis. El primero no es letal y, aunque no puede curarse, puede controlarse de forma efectiva. El segundo resulta letal y daña directamente a las flores, dejándolas completamente inservibles.
La cosecha
Tras meses de cultivo, se puede proceder a cosechar las flores, una vez que estén maduras. Cosechar es una tarea sencilla, pero debe llevarse a cabo adecuadamente. Aunque lo ideal es cortar los cogollos en el punto álgido de maduración de las flores, no siempre es posible hacer esto.
En el caso de índicas (BLD), como se cosechan antes de que llegue el otoño, no hay problema con esto. No obstante, para las variedades que tardan un poco más en florecer y madurar, las sativas (NLD), el clima de esta época puede suponer una gran dificultad.
Las tormentas con vientos fuertes, las granizadas, las heladas y el aumento de la humedad ambiental pueden causar lesiones y favorecer a las enfermedades fungosas, por lo que es posible que haya que cosechar antes de que los cogollos maduren del todo.
En resumen, las claves para una buena floración son un crecimiento sano y una alimentación y riego adecuados. Además, la prevención y el control de plagas y enfermedades son fundamentales.